GINEBRA, 21 nov (IPS) – Cada año, millones de mujeres y niños en todo el mundo mueren por causas evitables. La salud materna, neonatal e infantil (SMNI) es una prioridad mundial compartida, pero a menudo pasamos por alto una de las barreras prevenibles más apremiantes: la violencia contra las mujeres.
Al celebrar 16 días de activismo contra la violencia de género, se nos recuerda que la violencia de género (VG) no es solo un problema social, sino una crisis de salud crítica que pone en peligro las vidas de madres y niños en todas partes.
Cuando consideramos que una mujer que sufre violencia tiene 1,5 veces más probabilidades de tener un bebé con bajo peso al nacer, y que esta condición aumenta significativamente la mortalidad infantil, se hace evidente la necesidad de una acción urgente e integral. 1 Abordar la violencia no es algo periférico a los esfuerzos de MNCH: es fundamental.
Violencia y salud: un círculo vicioso
Nuestra evidencia nos dice que la violencia de pareja (VPI) afecta directamente los resultados maternos e infantiles. Las mujeres embarazadas que sufren violencia de pareja enfrentan un mayor riesgo de complicaciones como parto prematuro y hemorragia, lo que a menudo conduce a una mayor mortalidad materna y neonatal.23 El problema no termina con el embarazo: los niños nacidos de madres que sufren violencia tienen más probabilidades de sufrir desnutrición, retraso en el crecimiento y retraso del crecimiento, lo que perpetúa un ciclo de vulnerabilidad. 4
El costo psicológico es igualmente preocupante. Las mujeres que sufren violencia son más propensas a la depresión y la ansiedad, lo que afecta el comportamiento materno de búsqueda de atención médica.5 Las madres deprimidas tienen menos probabilidades de acceder a atención prenatal y servicios posnatales, lo que pone aún más en peligro la vida de sus bebés. A su vez, estos impactos en la salud mental generan riesgos sanitarios y sociales en cascada para las mujeres y sus familias, afectando a comunidades enteras.
En ningún lugar estos desafíos son más apremiantes que en los entornos humanitarios. Los conflictos, los desastres naturales y los desplazamientos magnifican la vulnerabilidad de las mujeres y los niños, lo que a menudo provoca picos de violencia sexual y el colapso de los sistemas de atención de salud. En las zonas de conflicto, más del 60% de las mujeres afirman haber sufrido violencia sexual, según informes humanitarios. 6 Estas mujeres no sólo corren el riesgo de sufrir traumatismos e infecciones graves, sino también de mortalidad materna, con tasas que casi duplican las de los entornos estables. 7
Se estima que más de 500 mujeres y niñas mueren cada día por complicaciones evitables relacionadas con el embarazo y el parto en entornos humanitarios.8 destacando la necesidad urgente de un enfoque integrado para la respuesta SMNI y VG. Estas estadísticas son más que números: representan las vidas de madres, hijas y niños que merecen salud, seguridad y dignidad.
Las víctimas ignoradas: las trabajadoras de la atención sanitaria
Los pacientes no son los únicos que sufren. Las trabajadoras de la salud, la columna vertebral de los servicios SMNI en todo el mundo, a menudo corren graves riesgos. En entornos frágiles y afectados por conflictos, las trabajadoras de la salud enfrentan altos índices de violencia, incluido acoso y agresión física.
Las investigaciones sugieren que hasta el 80% de los trabajadores de la salud en estos entornos informan haber experimentado violencia, una estadística que afecta directamente su capacidad para brindar atención.9 Las altas tasas de violencia provocan agotamiento, rotación laboral y una escasez crítica de proveedores de atención médica informados sobre el trauma cuando más se necesitan.10
Para muchas, esta amenaza se ve exacerbada por su papel como primera línea de respuesta a la violencia de género. La seguridad y la salud mental de nuestro personal sanitario están indisolublemente ligadas a los resultados de salud que pretendemos lograr para madres y niños.
Un llamado a la acción para políticas integrales
Al mirar hacia el futuro, es hora de ampliar nuestra comprensión de lo que significa apoyar la salud materna e infantil. Las políticas que abordan la violencia contra las mujeres y protegen a las trabajadoras de la salud deben convertirse en un pilar central de los esfuerzos de SMNI. Esto requiere un enfoque multifacético:
- Priorizar la financiación de servicios integrados de SMNI y VG: Los donantes y los gobiernos deberían aumentar la financiación de programas que integren los servicios de salud materna con la prevención y respuesta a la violencia de género, particularmente en áreas propensas a crisis.
- Fortalecimiento de los sistemas de salud en entornos humanitarios: Debemos aumentar el apoyo a una atención médica segura y basada en el trauma en zonas de conflicto, garantizando que las mujeres y los niños tengan acceso a una atención que les salve la vida sin la amenaza de más violencia.
- Protección y apoyo a las trabajadoras de la salud: Son esenciales políticas que garanticen el bienestar de las trabajadoras de la salud. Medidas como la protección en el lugar de trabajo, el apoyo a la salud mental y los protocolos de seguridad pueden ayudar a mitigar los efectos de la violencia y garantizar que los trabajadores de la salud puedan brindar servicios esenciales de manera segura.
El costo de la inacción es muy alto. Cada muerte evitable de una madre o un niño como resultado de la violencia indica una falta de defensa de los derechos a la salud y la seguridad para todos. Al poner la violencia contra las mujeres al frente de nuestros esfuerzos SMNI, podemos romper el ciclo de sufrimiento y crear las condiciones necesarias para madres sanas y niños prósperos.
En estos 16 Días de Activismo, comprometámonos con una acción integral contra la violencia, porque de ello dependen la salud de las mujeres, la supervivencia de los recién nacidos y el desarrollo infantil. Juntos podemos construir un mundo donde las mujeres y los niños vivan sin violencia y donde la salud y la dignidad vayan de la mano.
1 Organización Mundial de la Salud. (2013). Estimaciones globales y regionales de la violencia contra las mujeres: prevalencia y efectos en la salud de la violencia de pareja y la violencia sexual fuera de la pareja. Ginebra: Organización Mundial de la Salud.
2 Shah, IH y Hatcher, A. (2013). El impacto de la violencia de pareja en la salud reproductiva de las mujeres: una revisión. Trauma, violencia y abuso14(2), 128-137. doi: 10.1177/1524838012451845
3 Elizabeth P. Lockington et al. La violencia de pareja es un factor de riesgo importante para los resultados adversos del embarazo. Informes globales de AJOG. Volumen 3, Número 4noviembre 2023, 100283
4 Ellsberg, M. y Heise, L. (2005). Investigando la violencia contra las mujeres: una guía práctica para investigadores y activistas. Ginebra: Organización Mundial de la Salud.
5 Organización Mundial de la Salud. (2013). Estimaciones globales y regionales de la violencia contra las mujeres: prevalencia y efectos en la salud de la violencia de pareja y la violencia sexual fuera de la pareja. Consecuencias. https://iris.who.int/bitstream/handle/10665/77431/WHO_RHR_12.43_eng.pdf
6 ONUDD. (2021). Violencia sexual en conflictos: tendencias actuales e implicaciones. Viena: Naciones Unidas. Obtenido de ONUDD
7 FNUAP. (2019). Mortalidad materna en entornos humanitarios. Nueva York: UNFPA. Obtenido de UNFPA
8 FNUAP. (2020). Mortalidad materna en emergencias: La crisis oculta. Obtenido de UNFPA
9 Médicos Sin Fronteras. (2018). Trabajadores de la salud en zonas de conflicto: riesgos y realidades. Obtenido de MSF
10 Organización Mundial de la Salud. (2021). Violencia contra los trabajadores de la salud. Ginebra: OMS.
Rajat Khosla es Directora Ejecutiva de la Alianza para la Salud Materna, Recién Nacido e Infantil (PMNCH), la alianza global para la salud y el bienestar de mujeres, niños y adolescentes, auspiciada por la Organización Mundial de la Salud, con sede en Ginebra.
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